Apadrinar en la Fundación Vicente Ferrer es una acción de amor. Anantapur, la India más profunda, pobre y árida. En una pequeña aldea en medio de este desierto vive nuestra ahijada Padma, una niña de once añitos vive con su familia en la mas absoluta pobreza. Después de muchos años, fuimos a visitarla a su humilde hogar y allí viví la experiencia más intensa de mi viaje a India.
VISITA A LOS PUEBLOS DE LOS NIÑOS APADRINADOS
Entre las actividades que organiza la Fundación Vicente Ferrer a los visitantes, está la visita a los niñ@as apadrinados a sus casas. En muchas ocasiones son las mismas familias las que se desplazan al centro. Muy temprano y acompañados de una chica intérprete trabajadora de la fundación, nos pusimos en marcha en un 4×4 hacia el pueblo donde viven Padma y su familia. La aldea estaba a unas tres horas en coche a través de la árida y seca Andhra Pradesh , un camino que nos mostró las razones por las que esta región es una de las más pobre de toda la India.
COMPRANDO REGALITOS PARA PADMA
Durante el trayecto, hicimos una parada para comprarle unos regalos a la chica y a su familia en una tienda de tejidos, pues la fundación nos recomendó comprarle ropa mejor que otra cosa. Fue en una tienda que vendían una gran variedad de Saris, punjabis, vestidos…así que allí estábamos eligiendo con la intérprete y la dependienta que vestido era el más bonito, el color…claro, ellas que tenían más experiencia sobre la moda femenina hindú, eran las que nos proponían lo que debíamos de regalarle a Padma (aunque a mí me pareciera recargando de brillos y más cerca de un traje de mujer adulta para festejar una boda gitana que de un conjunto para el día a día de una niña de diez años). Pero entre ellas se entendían…me miraban y me decían muy seguras que ese era el ideal…así que ese vestido rojo potente, con brillo y pedrerías sería el que haría feliz a Padma según mis asesoras de imagen hindúes. Fue divertido, hasta yo terminé comprándome un par de Saris. Pues con todos los regalos retomamos el camino hacia el pueblo.
UNA BIENVENIDA CON OLOR A FLORES Y FRUTA FRESCA
Llegamos al poblado, India profunda, nada que ver con lo que habíamos visto hasta ahora…un lugar en medio de la nada, árido, extremadamente humilde. Allí tenía su hogar Padma. Nos estaban esperando en la puerta de casa, a los que también se unieron los vecinos, amigos, la maestra,…se montó una fiesta en minutos. La casa…era una mini habitación parecido a un almacén de herramientas…donde no sólo vivían los papis, Padma y el hermano, sino que también vivían los abuelos. Me preguntaba… ¿Cómo pueden vivir todos en un espacio tan pequeño?. Pues allí que nos recibieron con un cariño que no olvidaré jamás. Nos pusieron un collar de flores frescas, platos de cacahuetes, plátanos y agua de coco. Lo mejor que poseían nos lo ofrecieron. Fue entrañable y triste al mismo tiempo por ver tan de cerca cuanta pobreza existe aún en un mundo, donde ya somos muchos los que tenemos todo tipo de comodidades….y como hay muchos que no tienen nada.
UN SELFIE CON LAS MEJORES SONRISAS
No olvido las caritas sonrientes y tan alegres de los amiguitos de Padma, todos allí sentados ante nosotros, súper ilusionados, tratando nuestra llegada como un súper evento, ¡eran todos tan bonitos!. Padma se colocó su vestido con muchísima ilusión y allí estuvo ella todo el día como una bellísima princesita hindu 🙂 Y todos locos por hacerse fotos.
APADRINA, SON SÓLO 18 EUROS
La intérprete nos estuvo contando sobre la familia de Padma. Viven del cultivo del cacahuete, su padre, su madre, su abuela…un medio de vida en pleno desierto de Andhra Pradesh que los ata a la pobreza. El único pequeño aliento que les llega a estas familias son las ayudas de la Fundación, y sí que es verdad que les llega. Son tan solo 18 euros lo que cuesta apadrinar y con esa cantidad, pueden tener algo de vida digna. Ellos pueden hacer mucho con ese poquito que para nosotros no es nada, pues el desarrollo completo de un niñ@ se fundamenta en el progreso de su familia y en el de toda la comunidad en la que vive.
Nos despedimos de todos con el corazón lleno de amor, porque son este tipo de acciones son las que al final le dan el mayor sentido a nuestra existencia. Os dejo el enlace de la FVF por si en algún momento os animáis a apadrinar 🙂
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